Elvira Fernández Pena

Y la llamaron Diabolus in Musica, cuando desde Si natural formaba 4ª aumentada o 5ª disminuía en tritono. El medievo no estaba preparado para toda su oscuridad, por tanto la evitaron con fuego de hoguera. La señalaron como el anticristo por su misterio, por su tensión. La nota Fa, el IV grado, triste nota Fa, la repudiada. Su mitología generó el culto satánico de lo melódico, cayendo en desgracia vía Iglesia católica. Se prohibió el intervalo durante cientos de gregorianos años, asesinando por la gloria de Dios, a todos aquellos que osaban preguntar por la quinta del diablo. Hasta que un día, Paganini, vendió su alma a Belcebú. Niccolò, aquel niño genovés prodigioso que se tornó oscuro y extraño a los ojos de una sociedad inculta y despiadada, que en su lecho de muerte no quiso darle sepultura santa. Unos dicen que por su virtuosismo incomprensible, casi fantasmal; otros, que por su tétrico modo de tocar rozando la perfección aun con las cuerdas del violín rotas. Los más atrevidos, aun no habiéndolo escuchado, aun no habiéndolo tocado dicen, que por usar el tritono de la muerte, la primera disonancia que dio lugar a la música de la era moderna.